“Por una
atención en salud inclusiva para
la niñez
con autismo en El Salvador”
Graciela
Baires, Médico, El Salvador.
Como profesional de la
salud y madre de un niño de 9 años con autismo severo no verbal, debo aceptar
que la formación académica nunca fue suficiente para conocer y entender a las
personas con autismo. Después de estos años puedo compartir vivencias que he
enfrentado en mi práctica médica y como usuaria de los servicios de salud para contribuir
a que el personal de salud pueda entender
y brinde una atención en salud inclusiva a los pacientes dentro del espectro autista
que visiten su establecimiento de atención.
Lo más importante es
ubicar a cada niño, niña adolescente o adulto con autismo que cruce la puerta
del consultorio médico como persona sujeta de derechos. No debe etiquetarse ni
degradarse por su condición o peor aún, no debe enmarcase en un diagnostico que
no lo define; pues más allá de todas sus particularidades, es una persona y
merece todo nuestro respeto. Debe ser tratado como sus padres o acompañantes
indiquen que le gusta. Ellos pueden ayudar a entenderlo.
Tristemente aún no se
conoce mucho en nuestra sociedad y la mala información que llega a través de
los medios de comunicación (películas y series televisivas) etiqueta a las personas dentro del espectro
como súper genios, algo
que no es siempre así; por el contrario, en algunos casos pueden acompañarse de
retardo mental u otros síndromes (Down, Rett, etc.).
Al conocer por la vivencia
con mi hijo, he aprendido a entender el significado del silencio, qué dice un simple
sonido gutural ,el tono o intensidad del llanto ,la alegría y profundidad de
una mirada….Formas maravillosas de comunicación que tenemos a la vista pero no
vemos o ignoramos conscientemente.
He comprendido también
al sentarme a los dos lados del escritorio, como médico y como madre, sentir la
impotencia y la rabia contenida, muchas veces por solicitar ayuda para ese ser,
que es mi vida, y darme cuenta que el colega que está en ese momento al otro
lado del escritorio no sabe qué hacer y tiene temor de brindar un tratamiento
inadecuado pues es un paciente
difícil.
Sus dificultades
adaptativas y sensoriales no le permiten procesar el mundo que le rodea, lo
asusta y reacciona con acciones disruptivas, autolesivas, incomprensibles para
la mayoría. Los estímulos que para la mayoría son imperceptibles, para ellos
son un verdadero cortocircuito doloroso que en ocasiones se manifiesta con
llanto, miedo, gritos…
En ese sentido, quiero
compartir unas sugerencias, para el personal de salud para el día que en su consulta se encuentre frente
a un paciente dentro del espectro autista:
1)
Respetar
la individualidad: no todos las personas dentro del espectro son iguales.
2)
No
todos son verbales: algunos no pueden comunicarse y por lo general se comunicarán
de forma figurativa: Con sonidos, dibujos, objetos, colores, formas, entre
otros.
3)
Escuchar
atentamente a los padres o cuidadores. Ellos son los únicos que pueden
brindarnos la información importante en relación al paciente, es importante su
participación en todas las etapas de la atención.
4)
Mantener
la calma. Recordar que el paciente fue traído a nuestra consulta porque
necesita nuestra ayuda. Hay que tener paciencia y tratar de entender toda la
información que nos brinden sus padres o acompañantes.
5)
Ayudar
a que la consulta sea amigable. Cuando un padre o acompañante nos informe que el
paciente es autista, cambiar la dinámica de la atención, mostrar empatía, pues
el paciente sí comprende claramente nuestro lenguaje verbal y corporal, el
rechazo es percibido con mucha facilidad por ellos y no permitirán que se les
examine o realice algún procedimiento, permitir que tenga a su lado objetos que
le brinden seguridad (juguetes, peluches, frazadas, etc).
6)
Realizar
un dibujo de los pasos de la atención frente al paciente y hablarle con frases
claras y directas, no ambiguas, porque ellos no procesan las ambivalencias y se
asustan.
7)
Siempre
destacar como prioridad en el establecimiento de salud. Es decir que, si en
selección se identifica un paciente dentro del espectro, agilizar su atención, pues
la espera puede ser un riesgo y detonante de crisis (llanto, gritos, auto
lesiones) que obstaculizan la atención en salud, pues no colabora para
diagnosticar su problema. Y en consultas posteriores de seguimiento si fueran
necesarias programar a primera hora de la jornada.
8)
Evitar
el uso de lenguaje técnico o peyorativo.
9)
Estar
cociente que es una consulta de emergencia y que se tomara más tiempo y
atención. No pedir a los padres o cuidadores que “lo sujeten con fuerza o lo
amarren”, es una persona y merece respeto.
Como seres humanos
tenemos derechos como la vida y la salud, sugiero desde mi entender y conocer
que se deben establecer políticas públicas en salud que realmente sean
inclusivas, más allá de lo escrito, pues basta ya de establecimientos de salud
sin medicamentos para las mayorías y minorías pues, las personas con autismo en
este país han pasado el histórico y vergonzoso abandono de las autoridades al
no priorizar en las compras los medicamentos que les ayudan a sobrellevar la
vida de los estímulos dolorosos que no pueden comprender.
Y por otra parte las escuelas
formadoras de profesionales de la salud no incluyen en sus programas educativos
el manejo de la neurodiversidad, que en este caso particular es la deuda más
grande que este quinquenio deja a la población dentro del espectro en este
país.
El ente rector
igualmente no generó capacidades en el personal para el trato digno para esta
población, sólo se limitó a elaboración de documentos regulatorios que
mencionan superficialmente la problemática pero no se aborda frontalmente.
Por una atención
integral en salud para las personas con autismo en El Salvador… más allá de las
políticas públicas, por acciones generadoras de cambio, inclusivas y propositivas
de una verdadera garantía de derechos.
Y por mi pequeño
Gabriel, mi héroe y luchador de grandes batallas diarias y de quien he
aprendido que nunca hay que darse por vencido.
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