Los derechos
de los ríos.
Saúl Franco
Médico social
Bogotá, 14 de Junio de 2017
*Artículo publicado en la edición virtual del diario El Espectador, de Bogotá.
No sólo los humanos somos sujetos de
derechos. También lo son otros seres y especies, con quienes compartimos el
planeta. Y si bien algunas culturas lo han reconocido hace miles de años, sólo
hace poco que el derecho lo está aceptando y haciendo cumplir.
El paso más reciente y avanzado en
esa dirección lo dio a comienzos de este año en el país la Corte Constitucional -CC- al promulgar la
Sentencia T-622 de 2016. Tras un sólido y documentado alegato de 163 páginas –
cuya lectura cautiva y recomiendo – ordena: “Reconocer al río Atrato, su cuenca
y sus afluentes como una entidad sujeto de derechos a la protección,
conservación, mantenimiento y restauración a cargo del Estado y las comunidades
étnicas…” (p.158).
Dicha Sentencia resolvió
favorablemente una tutela interpuesta en 2015 por el Centro de Estudios para la
Justicia Social “Tierra Digna”, a nombre de varios Consejos Comunitarios del
Atrato, que solicitaban detener la extracción minera y la explotación forestal
intensivas, con maquinaria pesada y substancias tóxicas, en el río Atrato y su
cuenca. Tal actividad extractiva ha venido contaminando el agua con mercurio y
cianuro, alterando el cauce del río, deforestando su cuenca en los
departamentos de Chocó y Antioquia, produciendo graves daños a la salud humana
y animal, y deteriorando las condiciones de vida de las comunidades ribereñas,
de predominio afrodescendiente e indígena. Como acontece generalmente, de las 60 toneladas
de oro extraídas por año desde finales del siglo pasado, al Chocó, históricamente
excluido y abandonado por el Estado y la sociedad, sólo le queda más pobreza, enfermedades,
hambre, corrupción y violencia.
No parte de cero ni está sola la
jurisprudencia colombiana. Desde finales del siglo pasado, 168 países miembros
de las Naciones Unidas aprobaron la Convención sobre el derecho del mar. Y si
bien se refiere a los derechos de los Estados sobre su espacio marítimo,
incluye algunas consideraciones sobre la protección del medio ambiente marino.
En lo que va de este año, tres ríos
más han sido ya reconocidos legalmente como sujeto de derechos. En Nueva
Zelanda, la comunidad indígena whanganui iwi, después de años de lucha, logró
que se expidiera en marzo un decreto reconociendo al río Whanganui como un ser
viviente integral, con derechos legales.
Poco después, en la India, la Corte Suprema del estado de Uttarakhand declaró
que los ríos Ganges y Yamura tienen los mismos derechos legales que los seres
humanos.
Este tipo de fallos implican un gran
avance, no sólo jurídico, sino conceptual. De un paradigma antropocéntrico, que
ha considerado al ser humano como el centro del universo, se empieza a pasar a un
enfoque ecocéntrico, en el cual la tierra no pertenece al hombre, sino que éste
pertenece a la tierra. La diversidad de la vida, la de todas las especies y no
sólo la humana, exige relaciones respetuosas entre todas y, por tanto, el
reconocimiento de la naturaleza como sujeto de derechos. Así lo han entendido, entre
otros, nuestros ancestros andinos en su cosmovisión del Buen Vivir. Obviamente,
semejante cambio no está exento de debates. Habrá que ir despejando dudas y resolviendo
tensiones, como las ya generadas entre crecimiento económico/bienestar social/y
protección del medio ambiente.
Es previsible que vengan, en el país
y en el mundo, nuevas demandas y los consiguientes reconocimientos como sujeto
de derechos de otros ríos, animales y ecosistemas. Pero lo más importante va a
ser el progresivo cambio de mentalidad, el respeto efectivo de los seres
humanos a las demás especies, la prioridad del bienestar social sobre el
enriquecimiento de algunos y la aplicación de los fallos legales ya
logrados.
Entre nosotros, la prueba de fuego será
lo que pase en los próximos meses en el Chocó y lo que el Estado colombiano sea
capaz de hacer por ganarle el pulso a las minerías legales e ilegales de la
cuenca biodiversa del rio Atrato, ahora flamante “sujeto de derechos”. Hay que
permanecer en alerta.
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